Tácticas Militares en Época Medieval (III)
Las Tácticas Militares de la Artillería en la Época Medieval
Durante la mayor parte de la Edad Media,
las tropas de artillería estaban integradas por arqueros que manejaban
alguno de los distintos tipos de arco. Al principio era el arco corto,
después la ballesta y finalmente el arco largo.
Sin embargo, se fue poniendo de manifiesto que los arqueros eran útiles y eficaces tanto para los asedios como para las batallas. Más y más ejércitos, aunque fuera a regañadientes, les hicieron sitio.
Los arqueros de infantería combatían en formaciones masivas de cientos e
incluso miles de hombres. Dentro de un radio de acción de unos 100
metros, tanto los disparos con arco como los de las ballestas podían
penetrar las armaduras. A esa distancia, los arqueros disparaban a
objetivos individuales. Las consecuencias para el enemigo eran
devastadoras, especialmente si no podían responder al ataque. En una
situación ideal, los arqueros desbarataban la formación enemiga
disparando durante algún tiempo. El enemigo podía estar a salvo de la
caballería tras las estacas, pero no podía parar todas las flechas o
saetas que le disparaban. Si el enemigo abandonaba sus defensas y
cargaba contra los arqueros, la caballería pesada entraba en acción, a
poder ser a tiempo de salvar a los arqueros. Si la formación enemiga no
se movía de su sitio, podía acabar debilitándose hasta el punto de que
la caballería pudiese cargar con eficacia.
Los ingleses desarrollaron la táctica
del aluvión de flechas aprovechando el arco de largo alcance. En lugar
de disparar sobre objetivos individuales, lo hacían sobre el área
ocupada por el enemigo. Disparando hasta seis flechas por minuto, tres
mil arqueros podían arrojar 18.000 flechas contra una formación enemiga.
Los efectos de tamaño aluvión en los hombres y caballos eran
devastadores. Los caballeros franceses que luchaban en la guerra de los
Cien Años, hablaban de que el cielo se teñía de negro y del ruido de los
proyectiles en su trayectoria.
El problema de emplear arqueros era protegerlos mientras disparaban. Para ser eficaces, tenían que estar relativamente cerca del frente enemigo. Los arqueros ingleses transportaban estacas que clavaban con mazos en el campo de batalla frente al objetivo de sus proyectiles. Estas estacas les prestaban cierta protección frente a la caballería enemiga. Ellos confiaban en el poder de su arsenal para rechazar a los arqueros enemigos. Si eran atacados por la infantería enemiga, se hallaban sin embargo en desventaja. Los arqueros llevaban un gran escudo apaisado al campo de batalla. Este escudo llevaba soportes y podía instalarse en forma de barrera tras la que parapetarse y poder disparar.
A finales del periodo medieval, ballesteros y piqueros luchaban en equipo en formaciones combinadas. Los piqueros mantenían a raya a las tropas enemigas que luchaban cuerpo a cuerpo, mientras que los artilleros disparaban contra la formación enemiga. Estas formaciones mixtas aprendieron a moverse y atacar. La caballería enemiga tenía que retirarse ante una fuerza combinada de piqueros y de ballesteros/pistoleros. Si el enemigo no podía responder con sus propias picas y proyectiles, probablemente tenía la batalla perdida.
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